Fuente: Getty Images
Un superclásico, en definitiva, con más ganas que fútbol. Se optó por el juego fuerte dejando de lado la generación de ocasiones de gol y el juego fluido que todos esperábamos. Nueve amonestados y jugadores lesionados fueron la consecuencia del juego fuerte, mostrado principalmente en el equipo de Marcelo Gallardo. Los 50.000 espectadores del cuadro local se quedaron con las ganas de gritar siquiera un gol.
Boca fue el primero en avisar, a los dos minutos de juego Meli logró llegar hasta área contrario pero no generó mayor peligro. Tan solo fue un aviso de lo que podía lograr Boca a partir de los errores generados por la zaga de River. El juego cada vez comenzaba a ser más friccionado y Martìnez tuvo que salir lesionado tras una durísima entrada de Vangioni.. Luego hubieron varios roces y el árbitro Silvio Trucco tampoco colaboraba para el desempeño de un encuentro mejor, solo atinó a amonestar; dándoles licencia así a que continúen con el juego brusco. Los únicos remates al arco en todo el primer tiempo fueron obra de Fernando Gago y en el final del primer tiempo Chávez ambos terminaron en las manos de Barovero.
En el segundo tiempo Boca comenzó a tener la posesión del balón sin mucha claridad, lo que originó que el cuadro visitante juegue al contragolpe teniendo una ocasión clara de gol en los pies de Teófilo Gutiérrez que remató de taco y pasó cerca al poste izquierdo. Luego de esa acción solo hubieron dos ocasiones de gol más, ambas del cuadro local un cabezazo del 'Cata' Díaz y uno de Gago.
Nueve tarjetas amarillas, dos de Boca y siete de River fue el saldo final de amonestaciones, ambos ya piensan en el encuetro del próximo jueves que decidirá quién pasa a la final. El resultado del encuentro de ida probablemente favorece a Boca ya que de anotar un gol estaría complicaría a River porque lo obligaría a ganar si quiere clasificar.
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